miércoles, 23 de enero de 2013

Así tal cual. Cabrón.


Aquí volvemos y como siempre o mejor dicho, últimamente a contar cacaos mentales. Si es que a este paso me dará para un libro!
Pasando al meollo del asunto, últimamente me pasan cosas bastante raras. Bastante raras en el sentido de que me ha pasado lo mismo con personas diferentes en un espacio muy corto de tiempo. Demasiada casualidad? Me la pela, sinceramente.
La cosa es que por una serie de razones aún desconocidas por aquí el señor escritor, empiezan a pasar otras cosas que avanzan de una manera y llegan a un punto fatídico.
La cosa es que han pasado en años diferentes estos sucesos (si, diréis: pero no habías dicho espacio corto de tiempo? No hace falta ser físico nuclear para pillarlo), y la cosa es que como el típico propósito de año nuevo me propuse pues en lugar de conseguir dinero, salud o la paz mundial, ser un cabrón. Si, exactamente eso, ser un cabrón con la gente, con cada uno en mayor o menor medida pero un cabrón. Porque con el tiempo me he dado cuenta que los buenos no se comen una mierda, están ahí y que majos que son ellos, pero son los cabrones, los que desprecian los que se llevan el pastel. Los que crees que por no ser sensibles no pueden ganarte porque eres un romántico y tu las quieres mucho, pero no! Estás equivocado chaval. Sinceramente, parece que les guste que se les trate como un ser inferior o algo no sé, pero parece que entre elegir que pasen de tu cara y tener marrones cada día a que te traten como te mereces y poder estar de coña eligen la primera opción, a cuadros te quedas, lo mandas todo a tomar por culo y dices: Que ostias! Yo también puedo mandar a tomar por culo a la gente!
El problema es que si, empecé con el intento de cabrón, pero si he llegado a la misma situación que la anterior vez es porque algo he hecho mal. Supongo que una cara bonita y una buena persona me pueden.
Fácil, no?